C&: ¿Cómo describiría el panorama artístico de Brasil?
Fabiana Lopes: Brasil tiene las dimensiones de un continente, hay mucha diversidad. Pero curiosamente, la producción artística contemporánea a la que solemos acceder a través de muestras en instituciones, galerías comerciales y bienales no refleja esa variedad. Por el contrario, lo que normalmente se ve es una muestra bastante estrecha. A pesar de que la escena artística brasilera está experimentando un boom, su producción pasa por un filtro de poder. Si tenemos en cuenta que este país tiene la mayor población negra fuera de África, no puede ser casual que en el mainstream apenas se vean obras de artistas negros. Lo que pasa en el mundo del arte es un reflejo de la sociedad, donde el sujeto negro tiene un lugar definido: un lugar de servicio (de preferencia, doméstico) e invisibilidad. Otra característica de la sociedad brasilera que es que la raza es un tabú. Es el elefante que todos ven pero del que nadie quiera hablar. Y por eso no son bienvenidos los debates sobre temas raciales.
Esto probablemente explique por qué causó tanto revuelo el proyecto de Oscar Murillo, que en septiembre de 2014 participó de una residencia de diez días en Río de Janeiro. Inquietado por el ambiente con que se topó –ciudadanos negros en situaciones muy desfavorecidas– el artista adoptó una estrategia de supervivencia y desafío. Se puso el delantal blanco y se sumó al personal del servicio en el lugar de la residencia. Realizó actividades domésticas como limpiar, cuidar el jardín y cocinar, y en la fiesta de recepción dio una charla de quince minutos en la que compartió sus perspectivas sobre las clases, el trabajo y la raza. No había nada de ofensivo en ese proyecto pero al abordar abiertamente el tema de la raza Murillo cruzó sin saberlo un límite y entró en el reino de lo prohibido. Admiro el proyecto de Murillo porque revela una realidad oculta y ofrece una visión actualizada (y más exacta) de la sociedad brasilera. Además representa un desafío para la escena local y establece conexiones con una serie de artistas contemporáneos brasileros negros cuyas obras, a pesar de la invisibilidad impuesta, han tenido una fuerte impronta política.